Diario de un retado. #DesAUTOxicate

Te levantas, como cualquier otro día, te duchas, tomas un café para ponerte en órbita y te dispones a ir al trabajo. Al bajar a la calle a por tu coche te das cuenta que no está pero en su lugar hay un cartel que dice; “Te lo devolveremos en un mes, comienza el reto”.

 

Te golpeas en la cara para comprobar que esto no es un sueño. Efectivamente, para tu desgracia, estás tan despierto como los mirlos que escuchas de fondo. Inmediatamente piensas en llamar a la policía, buscas la cámara oculta y piensas que se trata de una broma pesada y sobre todo, tú, que lo has dado todo por tu coche, empiezas a plantearte que tu vida no tiene sentido sin él, que no podrás soportarlo. No sabes cómo reaccionar, necesitas ayuda, pero antes de descolgar el teléfono empiezas echar de menos la comodidad de ir sentado, escuchando música, calentito en invierno o viendo cómo se derrite hasta el asfalto en verano mientras disfrutas de unos agradables 21 grados en el interior. La sensación de velocidad, de llegar hasta la puerta de tu destino, de poner la música que más te gusta (y ponerte a cantar en el estribillo) y de no tener que dar cuentas a nadie cuando decides salir con él, ni mirar horarios, la independencia, tu imagen personal porque todo el mundo te conoce con tu coche, que cuidas más que a ti mismo. La tranquilidad de ver que lo de fuera del coche no va contigo, llueva, nieve, haga sol o hiele,…

 

Todavía no sabes por qué te ha pasado esto a ti. Ahora empiezas a recordar, todo comienza a encajar. En la última reunión familiar tus, ahora menos que nunca, “seres queridos”, que saben que vives obsesionado por tu coche, te picaron para participar en un reto que anunciaban en televisión donde proponían prescindir de él para moverte de forma “más sostenible” durante 30 largos (o más bien interminables) días. A cambio te permitirían probar diferentes modos de transporte, recibirías formación, regalos y descuentos y realizarías visitas a centros y lugares interesantes. Aquella apuesta por dejar el coche no se quedó en palabras, los piques de tú familia continuaron hasta que pusieron en duda tu “valentía”… y de tu boca nacieron las palabras claro que soy capaz. Tu hermana se lo tomó en serio. No te dijo nada, pero te inscribió a “DesAUTOxicate”. Maldita apuesta, por primera vez te arrepientes de la osadía que te ha caracterizado desde que eras un niño y de la que siempre has presumido. Ahora eres consciente de lo que te ha pasado, frustrado, no quieres ni abrir el sobre que hay junto al cartel. No te queda otra que resignarte y leerlo. Empiezas a asimilarlo mientras lees lo que tienes que hacer durante ese mes, las ventajas, las sorpresas y todo lo que te tienen preparado. No te ves capaz de soportarlo.
 
 

Pero no hay vuelta atrás, te serenas y decides empezar a mirar la botella medio llena, en lugar de medio vacía. Imaginas que si no tuvieras coche no tendrías que pagar la letra mensual que llevas varios años afrontando y parece nunca acabar. También te olvidarías del seguro, de las revisiones y del “numerito”, que entre unas cosas y otras, te están amargando cada final de mes. Además, podrías aprovechar el trayecto al trabajo en cercanías, en metro o en autobús para leer el libro que tienes pendiente y para el que nunca encuentras un momento o incluso para echar una cabezadita, porque el ritmo que llevas no te da un respiro, te lo dicen tus ojeras cada mañana, (que como no tengas cuidado un día te las vas a pisar), y es que para conducir tienes que estar con todos los sentidos puestos, eso es algo que aprendiste hace tiempo.  También piensas que podrías aprovechar a hacer un poco de deporte, poner un poco a tono el cuerpo aprovechando tu clase de inglés de los martes para ir andando, o en esa bici que tienes llena de telarañas en el trastero, que compraste con mucha ilusión pero que parece mirarte cada vez que bajas al trastero y pedirte que la engrases y la pongas “guapa” para salir a pasear. A veces hasta giras la cabeza para esquivar la mirada que los platos y los piñones te dedican para recordarte las “promesas incumplidas” que hiciste antes de comprarla. Sigues buscando ventajas a la pesadilla y te planteas que con lo que te ahorrarías del seguro, la letra, el numerito, las revisiones o la plaza de aparcamiento también podrías cogerte un taxi cuando lo necesitases, o alquilar un coche, incluso probar un eléctrico (la verdad es que tienes ganas de saber cómo se conducen) para ir a ese cliente que tienes a las afueras de la ciudad, porque en ese caso, el transporte público no te compensaría.

 

Los organizadores del concurso te están dando alternativas y te han aclarado que no pretenden “criminalizar” el coche (te quedaste más tranquilo al saberlo), sino hacerte pensar en cómo lo utilizas y en conocer otras alternativas. Por ello te han ofrecido coches de carsharing y vas a aprender a conducir de forma eficiente. Lo cierto es que tienes curiosidad por saber cómo se hace eso, tú que eras la sensación de las calles y que dejabas tu “huella” en el asfalto cada vez que se ponía el semáforo en verde.

 

Hoy te han enseñado una app móvil que no conocías, pero que te calcula la mejor ruta en transporte público, estimando el tiempo de llegada e indicándote cómo realizar tu viaje entre cualquier origen y destino de la ciudad utilizando siempre el transporte público y a pie. Te viene muy bien conocer como funciona porque “los del reto”, los cerebros de toda esta pesadilla y a quienes el primer día no querías ni conocer, te han dado la Tarjeta de Transporte Público gratuitamente para facilitar tus desplazamientos. Y a falta de coche, has ido probando diferentes modos de transporte público con la ayuda de tu smartphone.

Y no sólo eso. Te están enseñando a circular por la ciudad en bicicleta, a ahorrar costes y energía, a ser más “eficiente”. Quizás desempolves tu bici, te estás animando porque además, has probado el sistema de bici pública y te ha sorprendido. Has tardado mucho menos que en tu coche, la has dejado en la estación final y no tienes que preocuparte de buscar sitio para aparcar, de sacar el ticket del parquímetro o de memorizar donde lo dejaste (con lo despistado que eres, eso es una gran ventaja).

 

Empiezas asumir tu reto. Con el paso de los días te das cuenta de que no todo es tan malo. Este fin de semana has probado lo del “viaje compartido” para ir al apartamento de tus padres en Alicante, donde sueles ir a relajarte una vez al mes  y te has dado cuenta que no se va tan mal, has ahorrado bastante, has tardado lo mismo que en tu coche y hasta has tenido un buen rato de conversación. Ni te imaginabas esto antes del reto.

 

Tu día a día ha cambiado en más cosas. Ya no tienes que perder los 15-20 minutos que empleabas en buscar sitio para aparcar y como llegas antes y te estás ahorrando unos cuantos euros al mes te da tiempo a tomar un café antes de entrar y a hojear el periódico cada mañana. Ahora ese es tu momento para enfocar el día con serenidad. Llevas ya más de la mitad del tiempo del reto y justo hoy lees un artículo sobre los “modelos de movilidad”, el tráfico y la “contaminación atmosférica” de las ciudades, y ves que hablan del “salud y de cambio climático”. No entiendes mucho de esto, (te consuelas pensando que eres de letras) pero sabes que cuando hay lluvias torrenciales u olas de calor o de frío que causan estragos en España, en Europa o en cualquier lugar del mundo, dicen que es por el cambio climático, hasta ahí sí que te has enterado de la película. También has visto algunas imágenes de ciertas ciudades del gigante asiático, China, donde la contaminación apenas deja ver el horizonte y la gente  utiliza máscaras con asiduidad. Quizás sea por la experiencia que estás viviendo pero te animas a leer el artículo con detenimiento. Observando algunas estadísticas, viendo las gráficas, te detienes en frases como esta;  “el modelo insostenible de movilidad que impera en nuestras ciudades es una de las causas principales de la baja calidad del aire y la contaminación acústica que nos rodea, y tiene consecuencias sobre la salud. Disminuye la esperanza de vida en las ciudades, agrava enfermedades crónicas e incluso acorta la vida de las personas”.

 

No lo habías pensado nunca, de hecho aunque te habían facilitado información sobre esto desde el día del maldito “secuestro” de tu coche, bastante tenías con asumir el reto en el que te encontrabas como para pensar en el cambio climático, la salud o la contaminación de la ciudad. No sabes por qué pero empiezas a pensar, sin soltar el periódico, la de veces que te veías envuelto en un atasco en el viaje de vuelta de la oficina, lo incómodo que es el ruido de los coches que sientes desde tu propia habitación, la capa oscura del cielo que no te deja ver la sierra, (tu sabes que la sierra está ahí, pero no la ves) y no te lo crees, pero sigues dando vueltas al tema. Ahora te da por pensar en tu calle, que con tres carriles por cada sentido, apenas tiene acera para pasear. Y le has cogido el gusto a eso de andar, que antes sólo era el trámite necesario para llegar a tu coche. Te das cuenta de que las cuatro ruedas son los claros dominadores de las ciudades y empiezas a entender lo del modelo insostenible. Sueltas el periódico asustado. ¿Qué te está pasando? ¿Qué me han hecho estos del concurso? ¿Por qué estoy pensando en esto en lugar de echar de menos mi coche?. Decides dejar pasar los días y continuar con tu “batalla diaria”

 

El reto está a punto de acabar y queda muy poco para “la liberación”, pero notas que todo esto te ha dejado un poso que antes no tenías. Piensas que quizás no vivías tan bien, que no te convence tanto lo que antes era tu día. Notas que algo ha cambiado en tu relación con ese amigo inseparable, ese “niño de tus ojos” que tanto adorabas y cuidabas, el coche que campaba a sus anchas por las calles de la ciudad, contigo al volante. Pero lejos de sentirte mal por ello, sonríes. Y no porque acabe lo que por momentos pensaste que sería una pesadilla, porque al final “estos del reto” te han caído bien y te han hecho pasar muy buenos ratos, sino porque presientes el principio de algo nuevo, de un “modelo distinto”. Ya no sólo tienes ojos para tu amigo inseparable, es más, tu obsesión por recuperarlo se ha esfumado. Te da igual que el reto llegue a su fin.

 

Estas en el acto final ante decenas de personas y sin darte cuenta estás confesando a los asistentes la suerte que has tenido de formar parte de todo esto y el deseo de que más personas vivan una experiencia similar, para que lleguen a sentirse como tú. Te sientes parte de un cambio. Están proyectando tu primera entrevista, antes de dar comienzo al reto, y eres aun más consciente. Ya no eres el mismo que antes.

 

La organización te devuelve las llaves de tu coche, la gente aplaude y vives un momento de gran emoción. La pesadilla ha terminado, pero sientes que un nuevo reto continúa. Ya no tiene fecha de fin. Las actividades, las pruebas y los concursos han terminado, pero eso ya no te preocupa, ahora decidirás por ti mismo cómo moverte. 

 
 
 

 

JOSE LÚIS LÓPEZ FERNÁNDEZ

Coordinador Área de Eficiencia Energética. Asociación de Ciencias Ambientales (ACA)